¿Qué significa ser un ciudadano culto y autónomo en la sociedad digital?

Alfabetización digital 

Comienzo este post acerca de la alfabetización digital con algo que no se debe hacer, hablar de otro artículo que escribí hará más un año. Lo titulé "tiempo de cambios". Nadie cuestiona ya que estamos viviendo un tiempo de cambios; seguro que estás sentado en el sofá de tu casa leyendo este post con tu tablet o tu smartphone. Resulta obvio que la capacidad de penetración de la tecnología en nuestra vida alcanza a la mayor parte de la actividad humana planteando, sin lugar a dudas,  una serie de nuevas necesidades educativas.

La evolución de la tecnología de estas últimas décadas ha tenido importantes repercusiones. Según algunos autores (Prensky, 2001a; Tapscott, 1998; Oblinger y Oblinger 2005; Pedró, 2009), los estudiantes actuales han cambiado radicalmente respecto a los de décadas anteriores. Representan la primera generación que ha crecido rodeada de tecnologías, tales como Internet, los videojuegos o los teléfonos móviles, y, por ende, poseen ciertas características y habilidades respecto a las TIC que los diferencian de las generaciones anteriores. Prensky (2001a y b) sostiene que los estudiantes han cambiado, no sólo de forma superficial variando su forma de hablar o su vestuario, como ha pasado entre generaciones anteriores, sino que esa «singularidad» es debida al profundo impacto que ha generado la introducción de la tecnología digital en su vida cotidiana. Para Prensky (2001a y b) representan la primera generación que creció con esta tecnología y como resultado de ello no piensan ni procesan la información de la misma manera que sus predecesores, ya que sus patrones de pensamiento han cambiado, estamos hablando de pensamiento computacional. A estos «nuevos» estudiantes los denomina Nativos Digitales, hablantes nativos de un lenguaje digital, mientras que al resto los define como Inmigrantes Digitales, personas que aunque puedan llegar a adaptarse y aprender a usar estas tecnologías, no dejan de ser inmigrantes en un mundo digital, manteniendo su «acento» que les diferencia.

Dicho de otro modo, los estudiantes de hoy ya no son las mismas personas para las que fue diseñado nuestro sistema educativo. Seguimos empeñados en establecer una serie de asignaturas, materias, áreas o llamarlas como queráis, instrumentales basadas en un sistema de enseñanza prusiano ya obsoleto. Las formas de aprender de hoy no son las de hace 15 o 100 años. Préstale por un instante a un menor de 5 años que no sepa leer ni escribir un móvil, una tablet o un mando a distancia. La curva de aprendizaje en este sentido es brutal. En cambio hay chicos en la enseñanza secundaria con más de 5.000h de formación a sus espaldas que aún no saben leer de forma comprensiva. Aportaré un dato a esta barbaridad. Desde que un infante entra en educación hasta que cursa segundo de bachillerato, si mis cuentas no me engañan, cursan más de 14.000h. Pues de esas, solo son obligatorias con contenido digital 216h de Tecnología en Secundaria. Asombroso, ¿Verdad? Pues ahí no queda la cosa, siguen reduciendo este número de horas o no las consideran importantes como para aparecer en la nueva selectividad.

Bajo mi punto de vista no nos podemos dejar llevar por las corrientes nostálgicas o sentimentalismos y tenemos que observar más la realidad que estamos viviendo. El desarrollo del talento tecnológico pasa por un “embudo” que empieza en la escuela secundaria. Crecemos rodeados en una sociedad, en lo que a cultura se refiere, tremendamente desequilibrada. Veo a diario cómo se divulga que leer, asistir al teatro, escuchar música, hablar idiomas, visitar museos… son actividades culturales y si no te mueves dentro de estos parámetros eres un analfabeto. En cambio, se puede pregonar en voz alta, llenos de orgullo y satisfacción que no sabemos manejar una simple calculadora y ya no hablo de un móvil o un ordenador. ¿Se puede permitir este tipo de afirmación en un centro de educación? ¿Se puede considerar esto analfabetismo?

Inicialmente, el concepto de alfabetización lectora fue entendido como la simple capacidad de leer y escribir. Tal concepción fue ampliada con posterioridad para la UNESCO, (1986) a través del concepto de alfabetización funcional, describiendo que: "Una persona se considera alfabetizada cuando en su vida cotidiana puede leer y escribir, comprendiéndo una oración corta y sencilla [...]". Ahora bien, el término alfabetización digital presenta una gran diversidad de definiciones entre las cuales, una informal pero muy clara, afirma que: "Alfabetización informática significa tomar el control de tu ordenador y no dejar que éste te controle a ti. Eres usuario competente cuando sientes que puedes decirle al ordenador lo que tiene que hacer y no al revés [...]".(Morgan, 1998). Llegados a este punto podemos establecer que aquella persona que no sabe lo que un ordenador puede hacer o no puede hacer se considerará un analfabeto.

¿Cómo podemos afrontar esta situación social como país? En este sentido, la incorporación de las TIC ha acrecentado las diferencias ya existentes entre países y grupos sociales. Actualmente se habla de la división o brecha digital. Esta expresión muestra cómo se va estableciendo una separación entre países y personas que carecen de los conocimientos y de las tecnologías que son requeridas para el desarrollo de una sociedad de la información. El término «división digital» es utilizado y definido como resultado del diferente acceso al uso y disponibilidad de la infraestructura de comunicación, el desarrollo tecnológico y las aplicaciones y servicios. Sin embargo, algunos estudios (García Carrasco y otros, 2002) muestran cómo el análisis de estas diferencias entre países no puede estar basado únicamente en criterios económicos, existiendo también otras «brechas» de tipo social, cultural y generacional. La sociedad tecnológica ha creado nuevas formas de alfabetización que no podemos de dejar de lado si pensamos en la formación ciudadana.

Pero no sólo nuestros legisladores tienen la responsabilidad de legislar en este sentido. Las directivas y claustros de los centros tienen que apostar por este tipo de enseñanzas y liberarlas de obstáculos burocráticos a las que  se ven sometidas y donde muchos se refugian para continuar con las enseñanzas tradicionalistas. Sobre sus conciencias debe pesar si realmente están preparando a sus discípulos para lo que les espera ahí fuera o no.   Los docentes tenemos gran parte de responsabilidad también. Aunque seamos todos los presentes o aspiremos ser unos inmigrantes digitales, no nos podemos contentar sólo con esto. Luchamos para enseñar a una población que habla un lenguaje completamente nuevo y distinto al nuestro. Los docentes debemos aprender a comunicarnos con el lengaje de nuestros estudiantes y tener en cuenta las características de estos nuevos aprendices; reconsiderando la idoneidad del «contenido legado» y repensando cuál debe ser el «contenido futuro». O, como ya he mencionado en tantas y tantas ocasiones, abandonando nuestra zona de confort para convertirnos en una generación NET de profesores y profesoras.

Para concluir diré que si queremos crecer como sociedad de futuro, deberemos abordar los problemas que nos trae el presente y no basarnos en experiencias pasadas como "frasco milagroso que todo lo cura". Hace falta establecer un rumbo, abordar un sistema educativo del siglo XXI y olvidar el del XIX. Estos cambios son costosos, pero sin duda hay que invertir en la tecnología, en investigación y en educación si queremos saltar esta brecha digital que está creciendo delante de nuestras narices con respecto a otros paises que ya hace años pisaron el acelerador.

Fuentes 
  • Gros, B. y Contreras, D. (2006). La alfabetización digital y el desarrollo de competencias ciudadanas.
  • Gisbert, M., & Esteve, F. (2011). Digital learners: la competencia digital de los estudiantes universitarios. 
  • La cuestión universitaria, 7(2011), 48-59. Monereo, C., & de Innovación Educativa, A. (2009).
  • Competencia digital: para qué, quién, dónde y cómo debe enseñarse. Aula de Innovación Educativa, 16 (181), 9-12.

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